La tradición popular dice que beber una copa de vino de manera regular alarga la vida y retrasa el envejecimiento. ¿Cuánto de cierto hay en esta afirmación y qué componentes y propiedades tiene esta bebida que se elabora a partir de la uva?
El vino es resultado de la fermentación del zumo de la uva. Entre sus componentes está principalmente el agua en una proporción de 82% a 88%; seguida de alcoholes que surgen del fermento; ácidos y azúcares, así como sustancias fenólicas como el tanino, que le da color y textura al producto y sustancias volátiles.
Nutricionista comenta propiedades
El nutricionista Francisco Marquina explicó a la agencia Andina que el vino posee propiedades antioxidantes, es decir, retrasa el envejecimiento y previene el estrés oxidativo en el organismo, el cual daña las moléculas y altera los procesos celulares.
Una de las sustancias del vino, mencionó, es el resveratrol, el cual se encuentra de forma natural en la piel de las uvas y las pepas y se trasladan al vino durante la fermentación. Además de tener un poder de antienvejecimiento, inhibe la proliferación de células grasas y el colesterol.
Según el experto, tomar vino en bajas dosis es saludable para el organismo, pero debe complementarse con otros hábitos, como la alimentación saludable, la práctica de ejercicios y una buena calidad de sueño.
“Me atrevo a decir que el vino en bajas dosis tiene un efecto protector y en alta dosis un efecto dañino. El hígado tiene un sistema para metabolizar el alcohol, pero si recibe una gran cantidad, se satura y se daña este órgano”, afirmó.
¿Cuántas copas de vino a la semana?
El especialista señaló que la dosis recomendada dependerá del organismo de cada individuo y de enfermedades preexistentes pero, en todos los casos, siempre es importante primero realizarse una evaluación médica para determinar en qué estado se encuentra el hígado.
Por ejemplo -dijo- en personas que siguen una dieta balanceada pueden tomar de 2 a 3 copas de vino a la semana. Sin embargo, a aquellos que tienen diabetes u otro tipo de dolencias, se recomienda solo dos copas.
Otro beneficios
Además de tener un efecto antioxidante, el vino también actúa como un ansiolítico natural, ya que disminuye los niveles de ansiedad momentáneamente. Esto no significa, advirtió, que sea la solución a este malestar, ya que todo problema emocional debe ser tratado con los especialistas adecuados.
“Esta bebida puede funcionar como un ansiolítico natural. El efecto a nivel neuronal provoca que disminuya los niveles de ansiedad. No digo que en cuanto tengamos una situación de estrés tomemos una copita de vino, pero es preciso reconocer que tiene esta propiedad”.
¿A qué edad debe consumirse?
De acuerdo con el nutricionista, la edad recomendada para empezar a beber vinos fluctúa de los 21 a 25 años. Sostuvo que en esta etapa de la vida recién se terminan de desarrollar todos los procesos metabólicos y psicológicos en el joven.
“Si aún no se alcanza la madurez metabólica, no es aconsejable consumir vino con la frecuencia que se indica”, precisó.
¿Qué tipo de vino tomar?
Si bien es cierto, explicó, todos los vinos tienen una cantidad considerable de resveratrol, diversos estudios demuestran que el vino tinto tiene una mayor capacidad antioxidante por su color oscuro.
En este caso, los vinos tintos tienen un contenido de resveratrol de 0.03 a 1.07 miligramos (mg) por cada vaso de 150 mililitros, mientras que en los vinos blancos suelen ser de 0.01 a 0.27 mg. En síntesis, un vaso de vino tinto (150 ml) equivale a 12 de vino blanco.
Enólogo pone el énfasis en el tanino
José Lovaglio, enólogo argentino de la Bodega Susana Balbo, mencionó en diálogo con la agencia Andina que algunas investigaciones señalan que en ciertas zonas del Mediterráneo las personas son más longevas porque tienen la costumbre de beber una copa de vino al día.
El tanino, uno de los componentes del vino, tiene propiedades antioxidantes, resalta Lovaglio
Esto se debería, dijo, a la presencia de los taninos, que ayudan a ralentizar el proceso de oxidación celular en el organismo. Esta sustancia proviene de los tallos de la vid, la piel y las pepas de las uvas, que se liberan al entrar en contacto con el jugo cuando los granos son prensados.
El tanino, además de añadir sabor y astringencia, contribuye con sus propiedades antioxidantes. “Todos los vinos, ya sean blancos, rosados, tintos, livianos o concentrados tienen esta carga tánica en diferentes tipos y provenientes de variadas fuentes no solo de la piel de la uva o semilla sino también de las barricas de roble o maderas donde se almacenan”.
¿Cómo conservar el vino?
Una vez abierta la botella de vino, el aire que ingresa y empieza a oxidar la bebida alcohólica. Si no se consume inmediatamente, señala Lovaglio, es necesario cerrar muy bien el producto para evitar que pierdan sus propiedades organolépticas (sabor, olor, textura, temperatura).
La capacidad antioxidante no se deteriora dependiendo del tipo de vino y de cómo han sido fabricadas, pero se recomienda consumirlo lo más pronto posible.
“Hay vinos que, si no están armados de una forma adecuada, ya tendrán cierta preoxidación desde antes de llegar a la botella, por lo que durarán menos al aire libre, pero hay que recordar que estamos hablando de las propiedades gustativas mas no antioxidantes que se conservan”.
La mejor temperatura para conservar los vinos oscila entre los 22° C a 24° C y, si se desea guardarlos por más tiempo, lo ideal es de 15° C a 18° C., detalló.
Sobre el tiempo de vida, los vinos blancos pueden durar aproximadamente 3 días con el corcho y en la puerta del refrigerador; en cambio, los rosados soportan el mismo periodo y los tintos aguantan hasta una semana conservados en un lugar fresco y sin luz.