Yamelin Barboza, una de los 25 peruanos repatriados de Israel, ya se encuentra sana y salva en casa, pero cada vez que escucha el sonido de la sirena de un patrullero, revive el miedo que le producía la alarma en Tel Aviv anunciando un posible bombardeo, razón por la cual debía buscar un refugio.
Nuestra compatriota y su padre arribaron en la tarde de ayer a territorio nacional en el avión Boeing 737 – 500 de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) junto con otros peruanos que también huyeron del conflicto en Medio Oriente. Para retornar al país, realizaron escala en Cabo Verde, África, y posteriormente en Brasil.
Reencontrarse con sus seres queridos la llena de felicidad, pero también reconoce que no podrá olvidar fácilmente la situación que vivió en Israel porque el temor a morir era continuo y de todos los días.
“Aún estamos con los nervios de punta porque, cuando escucho la sirena de los patrulleros, es como si estuviera en Israel, pero no, estamos en Perú. Creo que uno se queda con ese temor de lo que se vivió. Ya el tiempo nos ira calmando un poco. Ahora ya estamos bien y tranquilos”, contó a Andina al Día.
Al escuchar las alarmas, dijo, la población tiene cerca de un minuto para resguardarse en un búnker, a fin de protegerse de los ataques del grupo Hamás. Sin embargo, el hotel donde se alojaba con su papá no tenía y por eso andaban asustados en medio del sonido, buscando donde refugiarse.
Para Yamelin, la Cúpula de Hierro (sistema de defensa antimisiles de Israel) le salvó la vida porque este escudo interceptaba y destruye los misiles antes de impactar a tierra; sin embargo, anotó, había que tener cuidado con las esquirlas que muchas veces podían caer sobre las personas o edificaciones produciendo graves daños.
A pesar de la situación que vivió en ese país desde el estallido de la guerra entre Israel y Hamás el pasado 7 de octubre, ella nunca perdió la fe ni el optimismo de retornar al Perú en el más breve plazo. Agradeció la gestión del embajador de Perú en Israel, Manuel Cacho-Sousa, quien estuvo acompañándolos en todo el proceso de repatriación.
“Yo trataba de mantener siempre una actitud positiva, por lo menos para alivianar la situación porque ya, de por sí, era un trauma”.
La pesadilla que afrontó Yamelin en el Medio Oriente tuvo un final feliz junto con todos los peruanos repatriados en la tarde de ayer. “Siempre hay una luz al final del túnel”, remarcó con una gran sonrisa de estar nuevamente con los suyos.