Eusebio Quiroz Paz Soldán creció entre la música clásica y los yaravíes, se formó en un colegio católico con niños de diferente origen social y estudió en la Universidad Nacional San Agustín para ser abogado, pero decidió ser historiador. Sin proponérselo, se ha convertido en un referente vital de la identidad arequipeña y, por ende, de la cultura peruana.

Un accidente en el ojo derecho lo obligó a vivir su niñez de una manera diferente. Aprendió a leer antes que muchos de su edad, y por lo cuidados que necesitaba para recuperar su visión sus padres tuvieron especial cuidado con él. Su progenitor lo llevaba a la tienda donde vendía discos de música clásica y popular, y su madre fue su maestra de lecturas.

“Fui muy observador por eso. Recuerdo que veía cómo a las tres de la tarde la gente iba a las picanterías a comprar jayari, plato tradicional arequipeño, con su botellón de metal para llevar la chicha, o al señor que llegaba a nuestra casa montado en su caballo, silbando, para dejarnos leche todas las mañanas. Yo notaba que no realizaba labores urbanas”, cuenta.

Ese pequeño espectador de la vida cotidiana en la Ciudad Blanca de los años cuarenta conserva en su memoria de historiador y catedrático imágenes intactas de esa época. Como de aquel 1946 cuando su papá, don Pedro Eusebio Quiroz Pantigoso, abrió su negocio de música, a donde llegaban aficionados a las melodías de Beethoven, pero también a la música andina, yaravíes y pampeñas arequipeñas.

La historia, su pasión

Pero el inquieto Eusebio también bebió de las enseñanzas de doña Dymphna Paz Soldán, su madre, miembro de una familia asociada a la vida académica y el mundo del derecho. Por eso, estudiar en la Universidad Nacional San Agustín con el objetivo de ser un hombre de leyes no fue extraño para él. Era parte del mandato de esa rama familiar.

Pero el mundo universitario lo acercó a disciplinas como la historia, la filosofía y la economía, contadas por maestros que “agitaron su espíritu”, como también a la lectura de Jorge, el hijo del pueblo, de María Nieves y Bustamante, que le reveló el heroísmo de muchos arequipeños. Terminó la carrera de derecho para no defraudar a la familia, y a partir de ese momento se entregó a la historia para comenzar a contar la de su propia región.

Arequipa mestiza

Hace poco don Eusebio Quiroz Paz Soldán participó en el Primer Congreso de Peruanidad ¿Qué nos une como peruanos?, organizado por la Universidad Católica San Pablo de Arequipa. Allí compartió el resultado de años de consulta a importantes autores que se refieren a la identidad cultural mestiza de Arequipa y a la peruanidad como Jorge Basadre, su principal fuente de inspiración.

“Empecé a preguntarme por qué los arequipeños incluyen en su hablar palabras mitad español y mitad quechua, por qué hasta ahora tienen un menú semanal, o, como me decía un amigo, por qué los arequipeños son tan así”.

En 1990 fue invitado por el entonces alcalde provincial Luis Cáceres Velásquez para dar un discurso por el 450° aniversario de fundación de la ciudad, al que tituló Arequipa: pasado y presente. A partir de esa fecha afirmó su interés por su Arequipa de todas las sangres.

Para este historiador que “adquirió desde muy temprano la cultura impune de leer”, cita que él recuerda del historiador tacneño, el mestizaje es un elemento de unión, y los peruanos lo están buscando en el fútbol o en experiencias que no los ayudan. Hoy es propicio ahondar en lo nuestro, en nuestras raíces, sostiene.

“La cultura de Arequipa es mestiza, y admitirlo tal vez sea el camino que nos ayude a reconocernos mestizos, porque la cultura peruana está impregnada de elementos mestizos. Es importante profundizar en lo propio. Quienes nos dedicamos a la historia abrimos caminos, no los cerramos”, afirma.

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